lunes, 14 de marzo de 2016

Ahí

Me ocurre que me resulta muy difícil no pensar en el futuro. Me preocupo pensando qué va a ser de mí, angustiada por la inseguridad personal y profesional, soñando con ilusiones y anticipando desgracias. Me consta que es una absurda pérdida de tiempo, pero no sé bien cómo frenarlo.

Todavía es peor mi relación con el pasado. Porque el futuro, al no existir todavía, puede tener un final feliz; pero el pasado... ¿cómo se cambia?. ¿Quién tiene una goma de borrar historias?, porque yo me pido una. 

Si me centro en el momento presente, tengo un dolor de cabeza bastante considerable provocado por los petardos que ahora mismo no paran de sonar por toda la casa. Tener un casal fallero debajo es una de las peores torturas que puedo imaginar para alguien que quiere un poco de paz y algo de tranquilidad en este final de la cuaresma. No se me da bien tampoco hacer una relectura positiva de esta situación. Si me agarro al futuro para sobrevivir al presente, puedo alegrarme de poder huir mañana al pueblo y alejarme del ruido. Pero en el futuro sé que también me espera, tarde o temprano, un enfrentamiento serio con mi pasado, y eso me agita enormemente.

Al final me agarro a la incondicionalidad. Al amor de Dios, que es lo único estable. Él conoce mi pasado a la perfección, me espera en mi futuro con esperanza inquebrantable, y me acompaña en mi presente sea el que sea. Mi Señor lo sabe todo. Y sin embargo, en Él es donde me siento tranquila. Pienso que el lugar de la paz quizás no sea el AHORA sin más, sino el AHÍ que está en todas las etapas de mi vida, puesto que no conoce el tiempo: el corazón amoroso y misericordioso de Dios.

1 comentario:

Tusy dijo...

Es difícil tantas veces no pensar en el pasado... Primero, porque forma parte de nuestra historia, porque como el ser humano es más biográfico que biológico, lo que somos se debe, en buena parte, a lo que hemos sido o hemos vivido. Conviene a veces no olvidarlo, el problema es que en muchas ocasiones se nos va de la memoria lo que no hay que dejar de tener presente de nuestro pasado (lo bueno, lo que nos recuerda quienes somos, cuanto hemos podido resistir, qué logros hemos podido tener...y que eso está ahí con nosotros y podemos usar lo que aprendimos de todo ello para desenvolvernos en lo que nos venga a partir de ahora), porque no le deja espacio todo el dolor, los malos recuerdos, que ahí se agolpan.
En segundo lugar, porque muchas de las experiencias, particularmente las más negativas, nos condicionan en nuestro día a día, son una especie de argolla en el pie, que cuando vamos a dar pasos hacia adelante nos impide realizar el movimiento.
Creo que queda claro que sé de qué hablas porque lo he vivido y vivo en primera persona...
En cuanto al futuro, pues más de lo mismo. Yo siempre digo que la experiencia te hace fuerte y vulnerable a la vez. Fuerte porque te curte, te hace aprender estrategias para conseguir logros y te deja moraleja de tus errores; vulnerable porque, cuando te ves a punto de pasar por otras situaciones, estableces inevitablemente similitudes, sientes el peligro, puedes imaginar cómo va a doler, cuanto vas a sufrir... Y claro, la ansiedad es inevitable.
No tengo soluciones mágicas para poder mirar serenamente a lo pasado o a lo venidero... Ni siquiera de cómo centrarse en el presente y dejar de mirar a ambos lados. Pero sí que hay una oración que consigue calmarme, unirme a Dios en el ahora, saberme acompañada por Él, comprender que mi historia tiene un sentido y que algún día conseguiré entender cómo poner las piezas de este rompecabezas para que formen una imagen clara, algo que me diga realmente ya no por qué, sino para qué todo esto; y que aunque el futuro sea incierto, todo lo podré en Aquel que nos conforta.
Es una oración del padre Pío y dice así:
"Mi pasado, Señor, lo confío a Tu misericordia;
 mi futuro, a Tu providencia;
mi presente, a Tu amor".
La repito en bucle, como quien repite un mantra; y entonces siento a Dios conmigo y siento realmente dentro de mí que si el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? ¿Quién me hará temblar?
No es gran cosa, pero espero que te sirva. Un abrazo y la paz de Cristo Hadasita. Disfruta de estos días.

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