miércoles, 30 de marzo de 2016

El excitante reto de superar los miedos

Estas fallas pasadas, haciendo limpieza en el pueblo, encontré una libreta donde pegué una esquela que salió en un periódico cuando falleció el Papa santo que guió a la Iglesia durante la mayor parte de mi vida. Decía así: "Juan Pablo II: jamás tendremos miedo. Tú nos lo quitaste". Y me conmovió. Luego, en la Pascua, he escuchado al Señor decir en varias ocasiones "No tengáis miedo". Parece que se trata de un mensaje que me persigue por cosas muy concretas de mi vida actual. Lo siento como una llamada directa para mí, porque cada día creo menos en las coincidencias y más en la Providencia. Así que me he puesto manos a la obra.

He de reconocer que no me había metido en serio a sacarme el carnet de conducir antes, y he llegado a los 40 sin él, por pánico. Se llama amaxofobia. Me imaginaba a mí misma sentada al volante, y me daba auténtica angustia. Hoy, aprobado ya el teórico, me pongo cada mañana en el asiento del conductor, enciendo el motor, y me voy por la ciudad... sí, con tensión, pero ya sin pánico. Con respeto pero sin miedo. Más excitada y emocionada que asustada. Hasta que no me propuse el reto en serio de hacerlo, jamás hubiese pensado que yo sería capaz de estar hora y media seguida conduciendo por ciudad, rodeada de otros coches, sin pegármela y -de alguna manera- disfrutando.

Ya puestos a superar miedos, he dado otro paso adelante para tener dos conversaciones que me aterrorizan. Con dos personas distintas. Con una de ellas busco una reconciliación que de entrada veo difícil. Con la otra, un reencuentro con el pasado que me resulta especialmente doloroso, pero que necesita salir a la luz para ser sanado. No sé qué sacaré de ninguna de las dos conversaciones, salvo una cosa segura: la de haberme enfrentado cara a cara con mis miedos. Lo de las prácticas del coche para mí está siendo una auténtica práctica en este otro sentido. Es mi excitante reto de superar los miedos. 

No quiero ser una persona cobarde. No pienso permitirme la comodidad de serlo llamándome cristiana, después de haber visto estos días la valentía de Cristo y su victoria sobre todos los miedos humanos. Por eso me lanzo a nadar, pidiéndole al Buen Dios que me ayude para que, mediante estas pequeñas cosas ordinarias, me vaya fortaleciendo para seguirle con más valentía y confianza. ¡Al agua patos!.

2 comentarios:

Angel dijo...

Citrán? Sí. Centro de Investigación para el tratamiento y rehabilitación de Adictos a los Narcóticos. Uh? Médicos y expertos en drogodependencias advierten de una realidad nueva perjudicial para la salud... Pero te aseguro que lo que sigue, aunque no da miedo (por lo general) porque se vende como mal menor, si que paraliza la vida o la bloquea como el miedo. Pero lo peor es siempre que se trata de conductas y hábitos adquiridos y normalizados en nuestra sociedad contemporánea.

Se tienen como elementos tan comunes como pueden serlo las estimaciones que se hacen hoy de las drogas. sólo que podría decirse que las que abajo expondré son calificadas "de diseño", sólo que son otro tipo de éxtasis, accid o speed...

Desde luego tienen que ver con el deseo y las famosas «pasiones», y han desarrollado sus propias -nuevas- patologías y disfunciones en el comportamiento humano. Pero no me alargo más. Sólo digo que lo mismo tú pillas de ellas o alguna de sus variantes. Y, claro está, te afectan de forma especial... Haztelo mirar, porfa

Ludo... el juego, sobre todo juegos de azar.
Ergo... el trabajo, o la necesidad de estar siempre haciendo algo, sin parar a descansar, con manifestaciones compulsivas ante controles y exámenes.
Tele... que no se puede prescindir de su runrún monótono, pasivo delante de una pantalla, y el llamado zapeo compulsivo.
Teléfono... el móvil, que impide desconectarse pues se vive y se siente como irreemplazable.
Trago... descontroles alimenticios como la bulimia o la anorexia.
Dopo... hábitos compulsivos de consumo, como compras sin necesidad, de las marcas, etc.
Sexo.... el sexo, contagiado también en los más pequeños (violaciones varias, exhibicionismo de niños de la misma edad...).
Esport... el deporte tanto en su forma pasiva (mera contemplación) como activa (ejercicios repetitivos para lograr estar en forma...).
Codependencia... de otra persona. Así se pueden explicar las sectas, las actuaciones colectivas, dejarse llevar por la presión de grupo...
Crato...(poder) y cremato (dinero)que son proyectados en los modelos socialmente triunfadores..

Todas estas historias suponen un nuevo esquema de patologías y por eso han de ser tratadas médicamente. Pero está clara también la importancia de la tarea educativa en la prevención para crear personas que actúen y funcionen desde la autonomía, la responsabilidad y la libertad. Para gente como tú -los educadores- esto supone un reto inaplazable y un compromiso creativo a la vez...

Tusy dijo...

Hay situaciones, momentos, cosas, personas, que por motivos diversos nos generan ese sentimiento. Lo peor no es sentirlo; lo peor es lo que es capaz de generar en nosotros. Puede llegar a tomar el control de nuestro ser; paraliza, entristece, deforma las realidades haciéndolas parecer más grandes de lo que son o con peor pronóstico; merma nuestra autoestima haciéndonos creer que no podemos, no sabemos, o no valemos para alcanzar aquello que queremos.
 Está claro que lo idílico sería que no existiera, o que no nos tocase padecerlo; pero como por desgracia eso muchas veces no es algo que dependa de uno mismo, lo que sí puede estar en nuestra mano es la manera de abordarlo. A los miedos hay que mirarles a la cara, y afrontarlos de frente; huir supone darles la victoria sobre nosotros mismos, dejarles que nos posean y dominen nuestra existencia.
¿Que no es fácil? Por supuesto que no. ¿Que no desaparece simplemente por decidirse a abordar lo que nos atemoriza, es más, que ante esa decisión el temblor, el castañeo de dientes y el dolor de estómago característicos de ese sentimiento se acentúan? Así es... Pero, como bien dice mi amiga Silvia, ser valiente no significa no tener miedo; significa apretar los dientes y seguir hacia adelante. O como decía Legouvé, "la cobardía es el miedo consentido; el valor es el miedo dominado".
Admiro tu decisión de mirar de frente a lo que te causa ese temor, de abordarlo pese a que sabes que vas a sufrir enfrentándolo. Pero igual que cuando te curan una herida, escuece el contacto con el Betadine y el roce con las gasas para desinfectarla, pero es necesario para que cicatrice bien, así en los asuntos del alma, es necesario a veces el sufrimiento, para alcanzar la dicha. Piensa que sin Viernes Santo nunca hubiera habido Domingo de Resurrección... Un abrazo enorme y ánimo con ese miedo que da miedo del miedo que da (¿te suena? Mira en mi muro esta noche, hay algo para ti... ;-) )

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